El Barcelona cogió el guante y no disparó ni una vez entre los tres palos en todo el segundo tiempo, ya con Bakero de delantero centro, suplicando a los dioses del Olimpo que todo fuera un sueño, que nada de lo que allí acontecía fuera real. Los futbolistas blaugrana, tras una extraña organización de la UEFA, se dirigieron al palco detrás de los campeones, teniendo que contemplar con amargura el grito del triunfo rival sin aún disponer de su medalla de subcampeones, cruzándose en el palco con Massaro, que llevaba la camiseta blaugrana de su ídolo Hristo Stoichkov.